Ayer estuve paseando por la playa. Como el encuentro con el amante furtivo que ves y con el que estás un rato, menos que el que tu quisieras, porque tienes que regresar. El rato en que calmas las ansias de amar, de dejarte abrazar, besar, acariciar, que rastreen todo tu cuerpo con la lentitud de un atardecer, el rato que olvidas todo afuera y solo existe el ahora, aquí y nosotros. No solo fui colmada de besos, caricias, amor, las oleadas de pasión también trajeron un tercero, uno que se coló que no estaba invitado a este asunto entre dos, y como dice el dicho, tres son multitud. Y las caricias se volvieron a mis pies, desechos, basura, cantidad de porquería arrojada de los barcos, contaminación, y sentí tristeza y dolor por mi amante, su generosidad y entrega sin medida al amarme, y como mancillamos este amor. Y llegará el día en que este amor morirá, que lo habremos matado nosotros mismos con nuestra irresponsabilidad, despreocupación, desinterés, egoismo, vanidad, prepotencia, estupidez, desamor. Rabia e impotencia de que te hieran, amor, de tu sufrimiento, de ese ensañamiento cruel hacia ti, y que no valoren tu infinita bondad. Llorarán tu ausencia, tu pérdida.
Impaciente espero nuestro próximo encuentro.....cerrar las puertas del mundo, y solo amarnos.
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