Estas fotografías las hice en Francia,
en un jardín botánico, a principios de
otoño.
Las flores permanecen inmóviles,
quietas, en una especie de letargo,
expectantes, esperando...
deslumbrantes en la luz.....como
órganos sexuales, vaginas
heterogéneas que adornan la superficie del mundo, entregadas a
la lubricidad de los insectos....los
insectos como los hombres parecen
perseguir un objetivo....
La belleza de las flores es una
belleza efímera y triste porque
son frágiles y están destinadas
irremediablemente a morir,
como muchas cosas maravillosas
no son eternas.....
pero mientras duran nos envuelve su delicadeza,
su esplendor, su fulgor, su magnificencia, haciendo
que la brevedad del momento sea único, especial,
inolvidable.....y eso es lo que guarda el corazón,
los momentos. Huella y perfume imborrables.
Y así deben ser los momentos en nuestra vidas,
como flores que un día llegarán a su fin, pero de los
que hemos disfrutado, con los que hemos sido felices,
y los cuales por haberlos disfrutado con plenitud
dejan una huella y un perfume imborrable.
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