Solo hay un deber, el de ser feliz. A veces hay que obligarse a una actitud tranquila, sosegada, relajada, buscar y optar por aquello que nos produce bienestar, que nos roba una sonrisa, nos produce una sana y tonificante risa, saciarce de un ambiente de buen humor, en nuestra casa y nuestro interior, y abandonarse a la serenidad y la alegría.
Incluso la felicidad artificial tiene, a veces, cosas buenas.
A veces hay que hacer algo imperdonable para poder seguir viviendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario