Cuando dejamos de sentir deseos, nos sentimos aliviados y liberados. Y no es que desear algo sea "malo", tener esa inquietud, cierta ambición, dirigir nuestras fuerzas hacia esa meta que queremos lograr, sentir ilusiones y sueños por algo, por aquello que anhelamos, el problema es cuando se convierte en una obsesión, una fijación, lo único que nos interesa, sin ver ni sentir nada más ni a nadie más. La vida tiene que estar llena de ilusiones y sueños, descubrirlos, encontrarlos, dejando que las cosas sucedan, y cuando tienen que suceder, empeñarse en cosas materiales, en ser este o aquel, en tener a alguien, que sea aquello el principal objetivo en nuestra vida y que pasemos nuestra existencia tratando solo de conseguirlo, desgasta muchisimo, es una carga insoportable de llevar y una presión agotadora. Hay cosas, como esos sentimientos de deseos por cosas, por ser esto o lo otro, y por personas, que hay que dejarlos ir, liberarse de eso que te hace prisionero, soltar ese pesado lastre, sucederán entonces otras cosas que ni pensábamos en ellas, y lo que fue único pensamiento, único objetivo, única obsesión, pierde totalmente su fuerza, su sentido.
El deseo de nada son esos infinitos granos de arena del reloj.
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