Es noticia que la gente coma ahora más pollo en lugar de carne o pescado fresco. Ante la crisis la gente ha tenido que recurrir al pollo, la carne picada y el pescado congelado. Y se convierte en noticia, en algo insólito, algo extraño, algo increíble. Y me hace recordar cuando era pequeña como algo normal, el cling cling cling que se oía en todas las cocinas de mi edificio de todas las casas batiendo huevos para la tortilla, o el olor a la pescadilla o los fritos. Y no pasaba nada, ni era noticia, ni algo insólito o extraño. Era lo normal que comíamos en muchas casas hace algunos años atrás. Y todos crecimos estupendamente y alimentados. No íbamos a restaurantes cada dos por tres como hacemos, o hacíamos, ahora, ni comíamos lo mejor de la carta. Y el pata negra, las nécoras, el foie, o la trufa, eran cambiados por chorizo o salchichón, gambas congeladas, y el foie o la trufa, ni sabíamos que era eso. Ni bebíamos en casa, o pedíamos en restaurantes, vinos reserva ni de autor, se llevaba la botella a la bodega para que nos la llenaran, y la botella de litro de Coca Cola para los domingos. Y no pasaba nada y la gente vivía. Y ahora es noticia que comamos más pollo por la crisis. Lo que hay es mucha gilipollez, tirar la casa por la ventana a la hora de hacer la compra o de comer fuera, se había convertido en signo de tener tela, abundancia, opulencia y prosperidad, y ahora cuando hay que volver al pollo es un trauma para muchos, hasta es noticia. Cuanta gilipollez.
Por cierto, a mi me encanta el pollo, de siempre, asado especialmente, y lo como todas las semanas.
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