Libres para hablar, decir, opinar, gritar, escribir, viajar, comprar, estudiar, soñar, reír, amar, odiar, perdonar.....son las muchas cosas entre otras en las que somos libres......pero libres libres no somos, gozamos de una cierta libertad que nos permite vivir, estar, ser, pero con sus limitaciones.
Sujetos a una sociedad, al mundo, las normas, las leyes, las personas, la familia, la pareja....y vivimos como podemos y nos dejan, y también en algunos aspectos como queremos. Independientemente de unas normas que tienen que existir para una covivencia, y supervivencia, el ser humano no es libre ni dueño absoluto de su persona; no confundir con libertinaje y viva la Pepa. Marchamos dirigidos solapadamente en muchos aspectos dentro de estas sociedades democráticas, abiertas, plurales, civilizadas y libres. Esclavos en el fondo, de muchas cosas y de muchos, siendo conscientes de ello y sin ser conscientes también. Si quisieramos romper, cada uno con algo, alguien, o con la sociedad entera, no seriamos libres para hacerlo. No tenemos el poder y la libertad de abandonar una vida, buscar otra, dejar a personas, lugares, ciudades, desaparecer sin dejar rastro si quisiéramos; siempre quedaría el daño, la huella, los compromisos, las deudas adquiridas, todo lo que nos vincula a algo o alguien con nuestra firma. La busca de una libertad personal, volar, escapar, vivir la vida que elijamos, pudiera volverse hasta una persecución y captura. El sueño cada vez más recurrente de muchos, de dejar todo atrás, cortar, romper, y vivir cómo y donde quiera parece más utópico y lejano.
Pero no imposible.
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