No es suficiente lo que se ha hablado, se ha visto, se ha oído, se ha sufrido, sobre la violencia del hombre hacia la mujer. Ser mujer es una marca de por vida, un estigma que debe suponer y aguantar todo por los demás. Por los hijos, la familia, por ese marido. Años y años de maltratos físicos, psiquicos, vejaciones, humillaciones, pero es parte de ser mujer, esposa, madre, hija, el por encima de todo aguantar y sufrir en silencio, mentir, esconder, y continuar como si nada pasara. Por el bien de los hijos y la familia, y eso lo justifica ya todo. Pues perdonen esos que justifican lo injustificable, pero si un día te armas de valor, coraje y rabia, y dices hasta aquí, basta ya, y cojes un cuchillo y acabas lo que otros no han querido terminar con la justicia en la mano, que justifiquen también entonces el pavor, pánico, terror, horror, de una mujer que se orinaba encima cada vez que el marido la insultaba, golpeaba, vomitaba presa del pánico, de una mujer que no conocía más que el miedo atroz que la paralizaba, la anulaba, la mataba día a día en el hueco oscuro de una anodina vida, cruelmente infeliz, una mujer rota, desmembrada, aniquilada como ser humano.
No hay hogar que lo valga, ni hijos ni familias que necesiten estos infiernos. Ni mujer ni ser humano que merezca tanto sufrimiento y crueldad. Cuando no hay otra opción que "hasta que la muerte nos separe" .
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