Viendo estos días los necesitados de cualquier ciudad, se me ocurre una estupidez. Y es que ver gente tirada por los suelos dormitando en cualquier rincón, ante la costumbre y la indiferencia de miles, con restos de comida recogida, otros buscando en cubos y papeleras de las calles y parques, o pidiendo un simple bocadillo en la entrada de un bar, algunos sentados o acostados quietos sin moverse y con los ojos cerrados sin saber si están vivos o muertos.....da un toque de atención en las entrañas y en el corazón. Y es que los tiempos que corren son malos, si, pero los que tenemos nos olvidemos que para ellos son aún peores, y que ahora tal vez más que nunca es la hora de ayudar al de al lado. Que en los tiempos malos se comparte, no solo la tristeza, el dolor, la pena, también un plato de comida, un vaso de agua, una prenda de abrigo, unas horas de trabajo para ganarse un jornal, y si se tiene, un lugar y un fuego donde cobijarse....y una palabra, una mirada, una sonrisa, un abrazo, un rato de compañía.....los más necesitados posiblemente no dudarían en compartir un trozo de pan y un poco de agua con nosotros, una sonrisa y un rato de charla. En los peores momentos en cuando más nos hacemos falta los unos a los otros, cuando más el ser humano necesita un apoyo del otro, cuando más necesario es compartir precisamente con aquellos que no tienen. Tenemos de todo y nos sobra de todo, pero nos falta caridad y humildad. Los que tienen muchisimo, los que nadan en la abundancia, solo quieren salvaguardar y proteger todo eso que tienen, los que tenemos de todo podemos compartir algo de todo lo anterior y también un poco de esperanza y sueños.
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