Algunas flores crecen en pleno asfalto, otras en pleno desierto. Como en los corazones duros y áridos. Siempre hay un resquicio, una pequeña fisura por donde asoma el amor y la belleza. Buscando el sol, la luz, la lluvia, la vida. Nunca del todo queda un corazón seco cuando de él brota una flor, aunque solo sea una. Solo necesita de una lágrima en un momento dado para que salga y crezca. Como el milagro de la vida en el nacimiento que a empujones pide paso, la flor a empujones sale por el amor, la bondad, la compasión, el perdón.
No importa que no sea la más preciosa y frondosa, pero si la más sincera, autentica, verdadera.
En todos los caminos aparece alguna vez una flor que no hay que arrancar, más bien dejar que arraiguen sus raíces, disfrutar contemplándola, y que los demás la observen, sientan y disfruten.
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