Desde mi atalaya de socorrista en la playa observo....

Estos días que llegan, para muchos muy esperados y deseados, para tomarse un respiro, salir unos días fuera, descansar, divertirse, escapar de la vorágine, la rutina, la monotonía, de la familia, de la pareja, para hacer lo que uno quiere.....y resulta que llegado el momento y ya en el lugar, te encuentras con qué no sabes que hacer esa semana, esos 3-4 días, te quitan la rutina diaria y es como que te sientes un poco perdido, te falta algo, no encajas, y le das vuelta en la cabeza a esos días que tienes por delante qué vas a hacer para no aburrirte, qué vas a visitar o a qué actividad te vas a entregar para pasar el rato, deseando casi que llegue el último día para recoger las cosas y volver a casa, a la cómoda rutina de todo hecho, todo en su sitio y no pensar. Lo que tanto aparentemente deseamos terminamos por detestarlo. Para luego cuando volvamos a la realidad de nuestras vidas decir a todos que hemos estado fenomenal y que lo hemos pasado genial. No sabemos disfrutar, abandonarnos, entregarnos, dejarnos ir, cerrar los ojos....tenemos que estar haciendo cosas para sentir que estamos llenos o de lo contrario nos sentimos vacíos....como hablar y hablar, porque el silencio nos produce miedo, miedo de escuchar quizás lo que no queremos o no nos gusta......pretendemos llenar los vacíos con cosas, actividades, actuaciones y palabras, cuando en realidad el vacío más profundo lo produce estar inmerso de lleno en todo eso sin sentido, sin sentirlo......pararnos, detenernos, profundizar y llenarnos de todo lo que tenemos y vemos alrededor, sentir a través de la piel, estar al lado de alguien sin la necesidad de llenar espacios, silencios, al contrario escucharlos, hablarse en ellos, y disfrutar sin más.....cerrar los ojos y abandonarse al momento, al tiempo, es plenitud.....hay que entregarse más a esa intensidad, descubrir su magia, practicarla.....

.......y cuando lleguen los 30 días de vacaciones.........