"he creado este blog pensando en un lugar de encuentro de mis palabras con las tuyas, un lugar para hacer un alto y compartir escribiendo y leyendo, un lugar donde las palabras vuelen libres....te invito a que entres, disfrutes, participes...."

lunes, 16 de agosto de 2010

El viaje



El mar esmeraldino, aguas transparentes, playas blancas e infinitas llenas de palmeras mecidas al antojo de los vientos, y una isla que rezumaba una belleza suprema le dio la bienvenida. Notó el hombre el calor en sus pies, las gotas de sudor en su frente y la camisa sudada, como notó el perfume a canela y clavo, hierbabuena y menta que invadía el aire y que como imán le atraían a las callejuelas de este lugar mágico y detenido en el tiempo. La algarabía de voces de los puestos de fruta y pescado, las casas coloniales pintadas de turquesa, lima y amatista, el barullo de mujeres cargando cestas repletas de verduras, el aroma que desprendían los puestos de carnes picantes y especiadas, el jolgorio de cacatúas y papagayos mezclado con los gritos y las risas, un mundo de sentidos, exuberante, vivo, que sus ojos incautos, extrañados, sorprendidos, absorbían. En una esquina un grupo de mujeres que sentadas en el suelo vestidas con llamativos vestidos de mil colores rebosantes de estampados, trituraban y molían granos, separaban semillas y especias mientras entonaban cánticos, le regalaron unas sonrisas hospitalarias, y el hombre les preguntó:

- ¿qué hacéis?

y una de ellas le respondió sonriendo:

- reír y estar contentas, alegres

y el hombre frunció el ceño sin entender.....

En su recorrido se encontró también con unos ancianos que con lentitud y sin prisa alguna cosían redes. Alrededor de ellos un grupo de niños los miraban atentos. El hombre se sentó cerca y observó un rato. Los niños no solo miraban sino que escuchaban, sin prisas y con atención, las palabras de los ancianos, sin cansarse y con dedicación. Y el hombre le preguntó a uno de los ancianos:

-qué hacen?

y uno de los ancianos le respondió sonriendo:

-contamos historias, compartimos palabras

y el hombre frunció el ceño sin entender.....

Atardecía y siguió el hombre su camino guiado por otras voces de otros niños hasta unas casas abandonadas y derruidas. Allí vio como se escondían los unos de los otros, se buscaban después y gritaban, una vez y otra vez y otra vez. Y el hombre les preguntó:

-qué hacéis?

y uno de los niños le respondió sonriendo:

-jugar, ser felices

y el hombre frunció el ceño sin entender.......

Sus pasos le llevaron de nuevo a la playa. Se sentó en la arena bajo el cielo inundado de estrellas, mirando el mar con el ceño fruncido sin entender. Entonces oyó una voz en su interior que le decía:

-son pocas las cosas necesarias en la vida : contar historias, compartir palabras, reír, estar contento y alegre, disfrutar como si jugaras y entonces serás feliz.


Y el hombre por fin entendió y sonrió.

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