Me gusta ver y fotografiar la ropa tendida de las casas, contemplarlas, dicen de la gente que habita esas casas. Es como una invitación a que conozcas su casa y sus dueños. En cierto modo es también limpiar las suciedades que a veces traspasan la piel y que se llevan dentro, airear y ventilar aquello que no nos gusta impregnado como olores, dejar que el sol seque, blanquee, ilumine con su luz las cosas apagadas de nuestra vida. Y es después ese olor a frescura, a nuevo, renovado, el que nos dice que nuevos comienzos son posibles, que no importa que atrás hayan quedado viejos polvos, que todo vuelve a estar limpio, inmaculado, y que solo a partir de ahora cuenta.
No importan las manchas, son solo como ciertos recuerdos, cuando la ropa vuelve a estar impoluta......
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