Por fin ha llegado, se acerca haciendo poco ruido. Con su serenidad, con su equilibrio exterior e interior. Con él la pausa, los detalles, la tranquilidad de los momentos, el renacer. Fuga de los árboles en busca de los sollozos de la tarde, cuando la palma de la mano del sol se despide tan lenta como una caricia de la tuya. Cuando los pájaros buscan posarse en las ramas temblorosas que parecen que lloran en lánguida melancolía, cuando la tarde se vierte haciendo sutiles lechos de aromas que esperan mis sueños. Desgaja el viento la belleza, el esplendor, la sublimidad de algo tan perfecto esparcido en el aire donde la ventana de mi alma abierta espera.
Otoño.
Otoño.
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