Hasta choca la amabilidad, la cordialidad. En un mundo, una sociedad hostil, arisca, sumergida en el desencanto, el hastío, la intolerancia, la despreocupación, la poca empatía y solidaridad, que alguien anónimo y desconocido te regale una sonrisa y un gesto amable y cordial, casi hasta es noticia. Las malas caras, los gestos fruncidos, la mala leche y el mirarte con desconfianza abundan. El rictus molesto, de contrariedad contra la vida y contra todos es casi normal, la gente se ha olvidado de sonreír, de ser amable, de la buena educación y el trato cordial, y lo han cambiado por exabruptos y estar el santo día mal encarado. Así que es extraño encontrar como me ocurrió a mi el otro día una mujer en su puesto de trabajo, sonriente, rebosando energía, con la mirada alegre y feliz y derrochando amabilidad por los cuatros costados. Desde saludarme educadamente cuando entré en el lugar, dedicarme una preciosa sonrisa a pesar del frío y el día medio feo, interesarse por mi, entablar una pequeña charla, dispuesta y cordial buscarme una información en el periódico local sin que yo se lo pidiese, hasta despedirme con otra sonrisa deseandome que pasara un buen día. Si digo que hasta me emocioné un poco igual suena a cursilería, pero es que personas así son ya muy difíciles de encontrar, personas que hacen un momento tuyo del día diferente, especial, que regalan lo más bonito que puede regalar un desconocido a otro, una sonrisa y una mirada amable, y que hacen que cuando salgas del lugar salgas con una sonrisa y una sensación buena por dentro, no importa si afuera llueve y que el mundo siga hostil.......tú sabes que todavía existen personas sencillas vestidas solo de generosidad.....
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