Se acabó (casi) el verano, se acabaron las vacaciones, y la gente vuelve a su vida, su rutina, sus problemas, sus cosas. Mientras unos tienen aún en la piel la sal del mar y con vagos lenguetazos rememoran la brisa del mar, el murmullo de las olas, las puestas del sol...otros están ya inmersos en la oficina, la fábrica, de nuevo el paro, la hipoteca, la vuelta el cole.....y mientras estamos metidos absortos en nuestros propios problemas y cosas, que ya es bastante aunque entre más lo pienso es quizás poco comparado con otros, el mundo también sigue con sus cosas de los cuales nos llegan lejanisimos ecos y en algunos casos mudos silencios. Hambre, miseria, fanatismo, destrucción, violencia, guerra, muerte.....repartido por todos los continentes, de una forma u otra...gente que pasa hambre, gente que ha perdido sus casas y su vida por desastres naturales, gente sobre la que se ejerce violencia y castigo por ser mujeres, por pensar de forma diferente, por querer alzar la voz, gente que muere por no tener acceso a una sanidad, gente a la que se encarcela y también se mata querer ser libre, gente que muere en guerras, por poder, gente presa de fanatismos radicales por lo que hacen de todo, gente a la que se mata por rivalidad de etnias, gente a la que se explota en trabajos míseros, gente sin derechos humanos.....
No podemos solucionar los problemas del mundo pero si pensar más en ellos, dedicarles un poco de nuestro tiempo, nuestra solidaridad, apoyo, compasión, cariño, nuestras palabras, recoger sus ecos, interesarnos, empatizar, luchar a favor de la manera que sepamos o queramos, y ser conscientes de que nuestros problemas pueden ser varios e importantes pero dentro de eso somos unos privilegiados y gozamos de derechos y privilegios tan básicos y elementales que otros muchos ni siquiera conocen y por lo cual deberíamos estar agradecidos.
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