Todavía en pleno siglo
XXI seguimos con los prejuicios, la exclusión, y la intolerancia. Y más en
países supuestamente abiertos, plurales y tolerantes. La aceptación y normalidad hacia el "diferente"es cada vez más difícil. Nos regimos por patrones aprendidos y heredados cerrados, donde lo "normal", lo "bueno" y lo "malo" lo establecen unos, o la sociedad, desde hace mucho, precisamente cuando más presumimos de ser tolerantes, abiertos, y plurales. Supongo que es algo como cuando se daban las parejas o matrimonios de distinta raza, que se les miraba y murmuraba, y tampoco acababan por ser aceptados, y no muy lejos, en la década de los sesenta y setenta. Hoy por suerte, es algo ya más aceptado con normalidad las parejas y matrimonios de diferentes razas, el pensamiento ha ido
evolucionando, la gente viaja
muchisimo y conocen otras culturas, y a nuestro
país han venido a vivir muchas personas de otras razas y culturas, y el amor no entiende de colores. Supongo por tanto que es cuestión de tiempo, y de que el pensamiento evolucione, y la
homosexualidad sea tratada con normalidad, sin distinciones y hacer más diferencias, sin tanto orgullo
gay. Porque el ser
gay no necesita de una carroza y plumas, sino de que la sociedad los mire y trate como un igual, que no tengan que
identificarse e
identificarlos la sociedad como
gays o lesbianas, y que lo que haga cada uno en su cama a nadie le importa. Pues aún en el siglo
XXI en
países avanzados como Inglaterra cierta gente piensa que la
homosexualidad es una enfermedad y que puede curarse, y nada más y nada menos pretendían anunciarlo así en los famosos autobuses londinenses, con dos c. El
alcalde de la ciudad ha salido
rápidamente y ha prohibido tal campaña
publicitaria en dichos autobuses, aunque yo lo que prohibiría además son a esa gente que está detrás de dicha campaña. Esos pensamientos e ideas más que ofensivos para los
homosexuales, son deplorables, penosos, e impresentables para la humanidad. Por eso yo me bajo de este autobús que no conduce a ningún lado.
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